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El aprendizaje de una segunda lengua es un proceso que debe conducir necesariamente al desarrollo de la competencia comunicativa. Tal objetivo implica el dominio de una serie de componentes lingüísticos y de factores sociales y culturales para lograr una adecuación y eficacia comunicativa para las cuales resultan fundamentales los procesos cognitivos innatos que todo hablante posee con independencia de su primera lengua. Este planteamiento, que sustenta el Marco Común Europeo de Referencia, nos ofrece implícitamente una noción clara sobre la pretensión de establecer la comunicación, en su más amplia dimensión, como centro del proceso. De este modo, resulta importante insistir en la necesidad de abordar la enseñanza de las lenguas, en este caso el español, desde un enfoque pragmático, dentro del cual el tratamiento de los actos de habla como unidades básicas de comunicación parece convertirse en un elemento central. Superar el nivel oracional e integrar los elementos léxicos y gramaticales en unidades más amplias como son los actos de habla proporcionaría un aprendizaje más adecuado para satisfacer las necesidades que todo hablante posee en contextos comunicativos reales, más allá de la práctica en el aula.

La diferenciación entre sistema y uso de la lengua es precisamente lo que ha permitido establecer los límites diferenciadores entre dos disciplinas como la Semántica y la Pragmática. Por lo que se refiere al significado semántico, la información que se solicita es sobre el sistema lingüístico y tiene que ver con reglas formales del propio sistema de la lengua. Sin embargo, con el significado pragmático entra en juego la cuestión de la interpretación del destinatario de aquello comunicado por el emisor y está regulado por reglas que muestran el comportamiento social de los hablantes en determinadas situaciones comunicativas.

Esto no significa que la gramática no tenga cabida dentro de estos estudios, siempre que esta sea incluida y tratada como sistema formal que ha de ser completado por su uso real dentro de un entorno social fijado. Es imposible entender la naturaleza del lenguaje sin tener en cuenta ambas disciplinas y la interacción existente entre ellas. De la misma manera, tampoco se puede dar cuenta de los actos comunicativos sin hacer referencia a los procesos cognitivos que se realizan de forma sistemática, y de ahí la importancia de adoptar un enfoque cognitivo. Desde este enfoque cognitivo, la comunicación es un proceso en el que un emisor trata de transmitir intencionalmente a su(s) destinatario(s) una serie de representaciones internas haciendo uso de un código lingüístico (o no) que sirve como indicio para que, mediante la descodificación y la inferencia, sea correctamente interpretada (Escandell Vidal, 2014). Estas representaciones internas o imágenes mentales son las que cada individuo va adquiriendo de forma estructurada sobre el mundo que le rodea a medida que se va exponiendo a distintas experiencias, las cuales estarán siempre marcadas por factores sociales y culturales. Por estos motivos, aquellos modelos de comunicación centrados únicamente en el código y en los procesos de codificación y descodificación no son capaces de dar respuesta a muchas de las cuestiones relacionadas con la forma en la que nos comunicamos los seres humanos y su aplicación en el aprendizaje de una segunda lengua se traduce en deficiencias en el desarrollo de la competencia comunicativa. El código lingüístico no basta, de la misma forma que no basta la consideración de la oración como unidad comunicativa, haciéndose imprescindible como referencia la del acto de habla.

Un aspecto relevante en la actividad del docente de español como lengua extranjera es que una revisión de los actos de habla nos permite determinar que, finalmente, la diferencia que podemos establecer entre los enunciados constatativos y realizativos no es meramente formal, sino funcional. Esto lo demuestran, por ejemplo, los actos de habla que representan un saludo, una despedida, un insulto o un halago. En todos ellos la fuerza pragmática no recae sobre el verbo enunciador, pues no decimos “yo me despido de ti, adiós”, sino que la fuerza recae directamente sobre el enunciado “adiós”. Además, un mismo enunciado puede ser portador de varios valores pragmáticos en función del contexto en el que se produzca. El mejor ejemplo es el de las preguntas, donde no solo comporta una simple interrogación, sino que puede convertirse en una petición (¿Puedes pasarme el bolígrafo?), mandato (¿Por qué no dejas de hacer ruido?), sugerencia (¿Qué te parece si nos vamos de vacaciones a Chile?) o incluso un saludo (¿Qué tal?).

Podemos observar el caso contrario, es decir, que una misma función comunicativa tenga formas de expresión diferentes. Una petición puede expresarse a partir de una exhortación (Un café, por favor.), una interrogativa (¿Me pones un café?) o una aserción (Con este frío lo mejor es un café caliente.). Esto demuestra que no existe una relación directa entre una forma y una función, o viceversa.

El acto de habla podría considerarse, por tanto, la unidad mínima comunicativa. Para completar el proceso de comunicación desde un enfoque cognitivo es necesario ubicar los actos de habla en marcos contextuales mayores denominados guiones (Schank y Abelson, 1977). Estos guiones representan estructuras de conocimiento complejas en las que las representaciones que compartimos se articulan en secuencias estereotipadas de acciones que definen situaciones comunes y que son importantes a la hora de establecer una serie de expectativas que todo hablante prevé antes de que esas mismas situaciones se produzcan. Así, por ejemplo, será pertinente una petición como “¿Puede ponerme un café?” por parte de un cliente al camarero al inicio de una conversación en un bar.

Si quieres conocer un poco más sobre ello, te recomiendo la lectura del texto completo en el siguiente artículo publicado hace pocos meses:

Rodríguez Santos, J. M. (2017). El acto de habla como unidad de comunicación en el aprendizaje de una segunda lengua: tratamiento en materiales didácticos de e/le. Tonos Digital, 32.

Disponible en: http://www.tonosdigital.com/ojs/index.php/tonos/article/view/1652

Fuente de la imagen: https://pixabay.com/es/silueta-la-cabeza-estanter%C3%ADa-saber-1793934/

Filóloga y profesora de idiomas desde hace más de 20 años. Su experiencia docente gira en torno a la enseñanza del alemán y del español. Durante los ocho años de estancia en Alemania, ha impartido cursos de Español como Lengua Extranjera en diferentes instituciones, entre ellas en la Universidad de Erlangen, colaborando con el ‘Proyecto de Aprendizaje Autónomo’. Ha sido Directora de la Escuela Superior de Turismo de Huelva y Coordinadora del Área de Español como Lengua Extranjera en el Servicio de Lenguas Modernas de la Universidad de Huelva.